El poder que hay en mi

Hace unos días que me decidí a redactar mi parto, ya que una de las muchas razones por las que elegí un parto en casa fue leer todos esos relatos de mujeres tan valientes que transmiten esa fuerza y energía, yo también quería decidir donde dar a luz, y a ser posible cómo, por eso me gustaría aportar mi granito de arena por si alguna futura mamá lee mi relato y le anima a tener una experiencia inolvidable en el lugar que ella elija.

Antes de empezar, quiero dedicar este relato a Laura, Ariana, Jose y a mi hija Laura. El título que he elegido es un resumen de lo que sentí durante mi parto, poder, porque nosotras podemos parir, nuestros hijos pueden nacer, y sobretodo porque las primerizas podemos dar a luz.

Antes de quedarme embarazada estuve buscando información acerca de las opciones que podía encontrar para dar a luz, porque tenía muy claro como es un parto, como da a luz una mujer, pero no encontraba el respeto que necesitaba. Después de varios libros, información y conversaciones decidí que quería hacerlo por mí, porque quería sentir la capacidad de poder dar a luz de forma natural, quería tener la experiencia del ‘no miedo’ a parir, de normalizar lo que tantas palabras negativas conlleva actualmente. Y por mi hija. Quería sobretodo darle la oportunidad de llegar a este mundo por su propio pie, sin drogas impuestas, sin miedo transmitido, sin luces estridentes, sin prisas, de una forma natural y en compañía de su padre y las personas que puedo considerar como unas hermanas tras este proceso. Pensé que era uno de los regalos que podía brindarle, así que sinceramente mi pensamiento fue: ‘si desde el principio de los tiempos las mujeres han parido a sus hijos, ¿porque yo no iba a ser capaz? !Claro que soy capaz! Por supuesto si es posible, y con los pies en la tierra, y con sus riesgos. Y encontré a Laura, que le tengo tanto que agradecer… Me apunté a su taller prenatal en Mayo (unos 3 meses antes de dar a luz) y ahí nos fuimos conociendo, punto importante, la confianza con la persona que te asistirá en el parto, no, asistir no, la persona que te dará la fuerza necesaria para que des a luz, que te animará, que con una mirada transmitirá que todo va bien o hará que tu mente esté tranquila y puedas seguir caminando por ese viaje tan maravilloso. Y por supuesto con sus conocimientos profesionales alerta al máximo. También conocí a Ariana un poco después, un alma que te transmite alegría, seguridad y ese buen rollo que necesitas en ese momento, todo un amor!

Os contaré que nunca fui capaz de fantasear con mi parto ideal, ni siquiera en sueños, cuando me imaginaba como podría ser, mi mente quedaba en blanco, será por mi mente cuadriculada, mi cabeza me decía ‘¿y yo que sé como será mi parto? ¿cómo voy a pensar en algo que no ha ocurrido aún? cuando llegue el momento veremos, sobretodo tranquilidad’

Y entonces mi parto comenzó un viernes 11 de Agosto por la noche. Llevaba un par de días con contracciones suaves, una a la hora, otra cada dos horas, dos en 30 minutos, 1 cada 4 horas… bueno, no paraban pero tampoco eran regulares, no le di importancia. Yo seguía trabajando, como si nada. Y seguí trabajando en algo que tenía que terminar esa noche, con unas contracciones que ya eran 2 o 3 cada hora, pasaba la contracción tranquila, respirando, y sonriéndole a mi marido, y seguía trabajando. Mi parto fue de riñones, así que cuando llegaba la contracción estaba mejor semi agachada, o casi a 4 patas. Bueno, sin más, mi mente estaba distraída en el trabajo. Pero hacia las 12 o así le dije a mi marido que llamara a Laura, que esto ya venía muy seguido y creía que se estaba poniendo serio. Y lo recuerdo como cuando llamas a unos amigos para invitarles a cenar (y la fiesta que surja después) pero llevas un catarro que no puedes con tu vida. Así que ahí estaba yo, intentando saludar y conversar mientras cada pocos minutos me tiraba encima de la mesa y la pelota de pilates para pasar la contracción, me podía más la alegría de verlas y conversar, de si querrían beber o comer algo, de disculparme por llamar a unas horas un poco malas, que el dolor de las contracciones, que eran muy soportables aunque ya empezaban a quemar un poquito. Las manos de Ariana masajeando la zona del riñón eran como una anestesia. Laura con toda su sabiduría me dijo ‘vamos a dormir un rato, que esto lleva su curso’ yo en ese momento pensé para mis adentros ‘¿pero por qué, si lo estamos pasando tan bien hablando?’ pero mis pies en la tierra me dijeron que evidentemente era de noche, y había que dormir algo, sobretodo porque estaba de parto… estaba de parto! tenía contracciones pero realmente no estaba pensando, mi mente es mi mejor amiga.
Yo pasaba mejor las contracciones a 4 patas para mover la pelvis a mi antojo y por la razón que fuera me concentraba más sintiendo mi peso sobre las manos y rodillas, quizás también respiraba mejor que en otra posición, así que le dije a Laura y Ariana que se fueran a mi cama, que yo prefería echar el nórdico en el suelo del salón y estar en superficie más dura, así también podía usar la pelota de pilates más fácil que en la cama, con el colchón más blando. Mi marido se puso a jugar con la PSP ya que le era imposible dormir, me ayudaba dandome masajes en los riñones en las contracciones y animándome. Recuerdo que yo sí me dormía, solo me despertaban las contracciones, y volvía a caer sopa… las contracciones iban siendo mas fuertecillas, que incluso alguna me hizo soltar algún quejido. Creo que Laura salió al tiempo a comprobar el latido de la nena, todo estaba bien. Yo estaba sumida en un sueño babeante (o sea, que dormía agusto a pesar del dolor) y las contracciones, era como una canción, yo dormía y respiraba profundo para que pasara, dormía y sentía.

Llegaron las 3 de la mañana sin darme cuenta, y en una de esas contracciones oímos un chasquido como un globo de agua cuando explota y rompí aguas. ¡que curioso! pensé. Salieron Ariana y Laura, y yo pregunté si podía ducharme un momento, las aguas eran transparentes totalmente pero sentía que quería cambiar de aires y yo quería una ducha rápida. Al salir de la bañera como no me podía agachar como quería recuerdo que pasé un par de contracciones fatal, y solo me dió para llegar a la habitación, que está como a 3 pasos (10 de parturienta con contracciones) y llegué a la esquina de mi cama como si hubiera cruzado la meta de un maratón, que orgullosa me sentí de llegar alli! y dije, ‘aquí me quedo’
Recuerdo los primeros momentos yo en la esquina de la cama, a 4 patas, con Laura detrás de mí, masajeandome los riñones con cada contracción (benditos dedos Laura), Ariana y mi marido estaban sentados en mitad de la cama frente a mi, me ofrecían cada uno una mano que yo agarraba porque así me sentía más fuerte. Me sentía con cierto humor, Laura me preguntó qué tal estaba, yo de respente sentí como un golpe en el estómago, como cuando comes en navidad y ya los turrones te sientan mal… yo solo decía ‘uffff llevo un dolor de estómago!’ y Laura, Ariana y mi marido, ‘¿pero que tal las contracciones, como vas?’ – ‘no sé, a mi me duele mucho el estómago’ y todos empezaron a reír, me sentí animada, oyendo las risas y comentarios de fondo notaba un ambiente relajado, no había nada forzado, todo era natural, yo estaba de parto pero no notaba un estrés alrededor gracias a eso. Poco a poco el dolor de estómago iba pasando hasta que dejó de doler y pude concentrarme mucho más en mi viaje.

En ese momento entré en un estado que podría definir como ‘desdoblamiento de la mente’ estaba mi ‘yo de parto’ y mi ‘yo consciente’. Dejé que mi cuerpo dirigiera a mi mente en todo momento, escuchándolo, siguiendo el viaje y su canción: mano derecha agarrada a mi marido, mano izquierda a Ariana, inspirar hondo y profundo, esperar el punto alto de la contracción, desahogarme (a veces gimiendo, a veces gritando más alto), notar que la contracción se iba, soltar las manos de ellos, y dormir o descansar el siguiente minuto. Así todo el rato, sin salirme de ese camino. En ese momento no oía sus conversaciones, no era consciente del tiempo, ni de nada más, estaba como ausente concentrada. Entonces de vez en cuando entraba mi ‘yo consciente’ que parieciera desdoblarse de mi cuerpo y mirar desde fuera y en diferentes momentos me decía: ‘Silvia, trabajas con tus manos, no apoyes con las muñecas, sino con los nudillos» ok… »Silvia bebe agua, a veces gritas y necesitas reponerte» ok, solamente con una mirada hacia Ariana un vaso con una pajita llegaba a mi boca.. »Silvia tu marido está aqui, ¿está bien? mírale para que sepa que todo está bien» Normalmente mi cuerpo respondía, pero en una de esas oí a Ariana decirme »¿que hago con estos pelos tuyos? que llevas la coleta deshecha y la cara tapada» y mi yo consciente me dijo que podría repeinarme rápido y recogerme el pelo pero mi cuerpo me dijo »anda tira, que estoy un pelín ocupado» ahí me di cuenta que ya no era dueña de mi cuerpo, así que seguí dejándome guíar. Oía sus conversaciones y palabras como de lejos mientras yo seguía con mi rutina , pero de repente Laura le dijo a mi marido si quería acercarse porque la cabeza ya iba a salir, yo no era consciente de que habían pasado 3 horas, para mí habian sido como 20 minutos, muy intensos, pero no tantísimo tiempo!.
Entonces la consciencia me dejó concentrarme en la situación, estaba notando como la cabeza de mi hija estaba coronando, así que recordé la explicación de Laura en los talleres, la cabeza del bebé corona, y retrocede, corona, y retrocede hasta que en una de esas sale. Así que me concentré en no pujar. Parece raro porque otras mujeres sentirían ganas de pujar, pero yo quería relajarme, quería que mi hija saliera sola, sin forzarla, cuando notaba en una de esas contracciones tan salvajes que la cabeza quería salir procuraba relajar, intentaba dejar la boca floja aunque gritara, no apretar los dientes, »relaja, ella sabe como salir». Fueron las contracciones más intensas, el dolor era muy soportable, era un dolor rico, como una fuente de energía que recorre tu cuerpo, esa energía era mi hija, así que no era dolor, era su fuerza. Yo gritaba, sí, pero no de dolor, sino para liberar esa energía, como cuando gritas de emoción intensa. Laura me dijo si quería tocar la cabeza, recuerdo decirle »no que me desconcentro» , lo comparé en mi mente a ir andando por un camino y querer mirar la rosa más bonita del jardín, pero si miraba quizás al volver al camino me diera de bruces con el tronco de un árbol que no había visto, cayera y entonces sintiera todo el dolor y prisas por terminar. No quería que la emoción de tocar su cabecita me hiciera ponerme nerviosa porque llegara el final y se fastidiara la cosa. Así que me mentalicé, ‘esto ya está hecho, sigue así que enseguida sale y la verás» En la última contracción del expulsivo sí hice un poquito mas de fuerza, aunque no mucha y de repente noté como un ‘pop!’ y sentí que su cabeza estaba totalmente fuera. Que sensación ! oí a Laura con voz firme para que la oyera desde mi viaje decirme que ya estaba la cabeza fuera, que ahora ella me ayudaría a sacarla y que si podía, que pujara. Así que por primera vez pujé con fuerza, y sentí como salió, un pescadillo caliente y como si me arrancaran 10 kg de peso de golpe de mi cuerpo. Indescriptible. Eran las 6:30 de la mañana del Sábado 12. (vi que ya era de día!) Como estaba a 4 patas me ayudaron a incorporame un poco y sentarme, y ví a mi hija tumbada casi debajo de mi, ‘que grande!’ (todos los médicos nos dijeron que iba a ser pequeñita, además yo no tenía mucha tripa) Laura me la puso encima ‘cogela’. Mi marido estaba detrás de mi, sentado, abrazandonos. Yo no sabía que hacer, solo podía mirarle la cabeza, aun no le había visto ni la cara, solo quería agarrarla y quedarme así, estaba como en shock. Así que reaccioné y empecé a besarle la cabecita con cuidado, no recuerdo oirla llorar, pero movía la cabecita y mi marido dijo que estaba con los ojitos abiertos. Qué subidón de adrenalina, oxitocina y de todo! Me tumbaron para empezar a contraer el útero, y mientras mi hija se enganchó al pecho prácticamente sola. Los entuertos eran horribles, me dolían mucho más que las contracciones, aparte que no me podía concentrar en ese dolor porque estaba mirando a mi hija y no quería dejar de prestarle atención. La placenta salió bastante rápido, aunque había algún coágulo de sangre que hacía que siguiera retorciendome de dolor, pero Laura con su buena sabiduría y profesionalidad me alivió sacándolo. Entonces dije »Ahora si! ahora me siento genial! ya esta!!!» Laura cortó el cordón cuando ya llevaba un rato sin latir y se llevaron la placenta a la cocina para preparar un zumo con fruta y parte de mi placenta. Qué rico estaba! le pedí a Ariana dos vasos más, tenía sed y hambre, me sentaba todo tan bien! Luego pesaron a mi ratoncita, y la examinaron, todo estaba genial, y tenía un color tan rosadito! Al rato me levantaron para ir al baño, tenía ganas de hacer pis aunque mi cuerpo parece que no se atrevió, hasta mucho más tarde, estaba mareadilla por la pérdida de sangre, y le dije a Laura que mi cuerpo ahora me pedía dormir, que si recuperaba unas horas de sueño me despertaría bien. Se fue Ariana y más tarde Laura y me dormí, no sé cuantas horas pero dormí, muy tranquila, muy contenta, con mi hija al lado y mi marido haciendo de guardián de la manada. Pedimos a los familiares que vinieran por la tarde para que pudieramos descansar, y aunque sé que a Laura no le pareció bien, yo a las 5 de la tarde estaba abriendo la puerta de casa y recibiendo a los familiares y unos amigos, mi cuerpo me pedía levantarme, moverme, comer, y no me dolía nada. Me preguntaron cómo podía estar así de bien si había dado a luz hace unas horas, yo explicaba que era un proceso natural y no había razón (en mi caso) para no estar bien unas horas después, la mente hace mucho, y yo estaba extasiada. Me sentía muy bien, me sentía fuerte para caminar (despacito) y estaba todo el rato sonriente, me sentía orgullosa de lo que había hecho, y que había sido capaz de tener a mi hija en mi casa y de una manera tan salvaje. Sentí el poder que hay en mi.

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