La sombra de la muerte perinatal

Recuerdo las veces que atendí mujeres con una muerte intraútero, de diferentes semanas de gestación, raza, idioma, edad… No se me olvida ninguna de ellas. Esas historias quedan marcadas en la mente de una matrona para toda su carrera profesional. He visto algunas de ellas contar detalles y ver cómo se les escapaban las lágrimas al recordarlo. Son momentos intensos, de mucha tensión, en los cuales quieres hacerlo lo mejor posible, darle lo mejor de ti a esa madre que está atravesando uno de los peores momentos de su vida, sino el peor.

Sin embargo, en ocasiones, el tabú frente a la muerte de un bebé no nos permite atender de la forma más adecuada a los profesionales que estamos involucrados. El hecho de no poder normalizar ese momento además de tratarlo con delicadeza, sin prejuicios o tabúes sobre lo que esa madre necesita, hace de ese proceso una situación incómoda, tensa y superficial. Poco a poco iremos aceptando la muerte como parte de la vida y dándole a esos bebés el lugar que se merecen. Todos. Hablo desde mi experiencia como matrona y lo único que he vivido ha sido un aborto de pocas semanas, así que os invito como mujeres que hayáis vivido éste proceso, a contarme, a corregirme y a enseñarme lo que vosotras sabéis, para poder mejorar cada día.

No sé si alguna vivió algo parecido a lo que voy a contar, y me encantaría saber su opinión, porque a mí me hubiese gustado que fuera diferente. En uno de aquellos partos, yo elegí atenderla por ser amiga de una amiga mía. El protocolo determinaba ponerle una sábana por encima de las piernas, tenerla bien anestesiada para que notase lo mínimo posible, sacar al bebé, procurar que no lo viese en ese momento y llevarlo a otra sala donde prepararlo, para luego cuando se hubiese acabado el trabajo con la madre, ir a enseñárselo a la habitación donde ella estuviese con su marido. Entiendo que el momento en el que sabes que tu bebé ya no está vivo, no estás para tomar elecciones y lo último en lo que puedes pensar es en cómo están haciendo las cosas los profesionales a tu alrededor. Lo que más te importa en éste mundo ya no está contigo y lo demás, se ha vuelto secundario. Sin embargo, siento que la manera en la que pasas un parto así, deja una huella importante y no sé si aquella mujer hubiese querido que fuese distinto. Yo sí, aunque no tenia en ese momento ni voz ni voto para preguntarle o para hacerlo de otra forma.

Sobre éste tema, he hablado con una compañera de profesión y amiga que ha decidido escribirme su visión. Gracias Eva.

Hubo un episodio a final de verano que me hizo reflexionar, no estuve directamente implicada, y no tener que enfrentarme a esa situación en un principio me confortó alivio, sin embargo, me había removido por dentro.

Acudió a urgencias una mamá a término y su pequeño no tenía latido. Cuando fui conocedora de la noticia, fue una mezcla de impotencia y rabia “que putada estar en su lugar y tener ahora que manejar la muerte de tu bebé” y cuando marché a casa me di cuenta que, a pesar de ser sucesos relativamente frecuentes, lo tratamos como tema tabú, se intenta esconder, olvidar, hacer como si no hubiese existido. El aborto y la muerte perinatal es un tema que sigue relegado a la sombra; al terreno de los temas censurados de manera latente.

Desde nuestro campo, tan amplio y maravilloso en contacto con el mundo femenino, continuamos silenciándolo, nos provoca incomodidad, no sabemos cómo afrontarlo. Y me pregunto ¿Por qué nos da tanto miedo enfrentarnos a estas situaciones?

Sin embargo, deberíamos insistir, puesto que es muy importante que las mujeres podamos transmitir la sabiduría de nuestras vivencias de generación en generación.

Compartiendo mi inquietud, unas compañeras me recomendaron la lectura: La cuna vacía. El doloroso proceso de perder un embarazo de M. Ángels Claramunt, Mónica Álvarez, Rosa Jové y Emilio Santos. Lectura totalmente recomendada.

Algunos de los extractos que destaco:

Debemos reclamar nuestros estatus de mujeres sabias, recuperar la sabiduría ancestral que corre por nuestra memoria celular.

El día en que seamos capaces de integrar en la luz y de celebrar la parte más oscura de nuestra feminidad, como son las pérdidas gestacionales, seremos más grandes, más libres, más completas.

No darse permiso para sentir el dolor por la pérdida puede acarrear que la herida cierre en falso, volviéndose a abrir más adelante. No se puede esperar que esto pase y volvamos a ser los de antes, ya nunca volverán a ser como antes.

Nuestra sociedad nos lo pone más complejo, ya que no hay un acto de escribir su nombre en el registro civil. No va a haber un funeral. A nivel civil no ha existido. Sin embargo ese bebé no nacido es de hecho un miembro más, con todo su peso y su realidad. Es como si las energías y dinámicas subyacentes de cada familia quedaran impregnadas con la esencia de ese pequeño ser. Aunque no llene un espacio físico, ocupará un lugar en el universo imaginario de la familia y de cada uno de sus miembros. Hacer consciente esta necesidad de conversar acerca del pequeño que no se llega a conocer, de llorarle y recordarle, de guardar un espacio y un tiempo para él. Tan sólo permitirse dejar volar la imaginación, las sensaciones, lo más ancestral de nuestro instinto, de nuestra cultura.

Es tan necesario este paso, que de ello va a depender cómo vivamos en adelante nuestra sexualidad, fecundidad, embarazos, partos, crianza y otras pérdidas gestacionales que pudieran devenir.

Ante estas pérdidas gestacionales, ¿te has despedido de este niño que concebiste? ¿le pusiste un nombre, una ropa, le diste lugar en tu familia, en tu casa, le dijiste que le querías y le diste permiso para irse? ¿Te has dado permiso a ti misma para dejarlo marchar?

Busca un lugar, acompañado por las personas que quieres, un signo que conmemore este momento.

Dile todo lo que quisieras decirle, como si estuviera delante de ti y lo pudieras tocar. Luego despídete. Haz esto tantas veces como sientes que necesitas despedirte de nuevo. Hasta que sientes que se marcha feliz y lo aceptas así.

La buena noticia es que el tránsito puede realizarse en cualquier momento de la vida. Todas las veces que se crean necesarias.

Y resumiendo me quedo con este párrafo de un poema:

Lo sangrado

lo sagrado

lo sonado

lo llorado

lo aprendido.

 

Aún tengo que releerlo más veces, queda tanto por hacer. Y ahora me planteo algo: este tema formará parte del contenido de mis clases de educación maternal, o de cualquier momento en el que surja en contacto con la mujer/la familia.

2 comentarios en «La sombra de la muerte perinatal»

  1. ¿Y qué ocurren con la Lactancia de esta madre? Porque es un hecho que tras un parto sube la leche. Le informamos de las formas a proceder?
    Porque hasta ahora administrar la pastilla es el único protocolo disponible en los hospitales.
    Desde #movimientoRubén nos gustaría que esto cambiase.
    Cómo se baraja en vuestro hospital?
    Gracias por vuestro interés.

    Responder
    • Hola Olaya, la lactancia de esa madre depende de cada una. Yo no trabajo en hospital, así que no te puedo decir los protocolos que se siguen, pero creo que se les suele ofrecer el dostinex para cortar la leche, a parte de recomendaciones físicas de cuidados. Más allá no te puedo contar, yo suelo hablar a las madres de los bancos de leche y las opciones que tienen para informarse, además de asociaciones de lactancia materna que puedan ayudarlas. Pero en muchas ocasiones el shock debido a la muerte, no les permite plantearse otras opciones que la de cortar la leche. Un abrazo

      Responder

Deja un comentario

CONTACTO

Consúltame tus dudas

Si tienes interés en conocerme, ponte en contacto conmigo.

Estaré encantada de atenderte.