Iratxe, Laci y Alma

La concepción:

Mucho amor pusimos en un empeño que el subconsciente deseaba, una pequeña que quería mantener a nuestra familia unida y darnos una oportunidad de nacer de nuevo. Ella era Alma.

La conexión:

Conectamos con Laura poco tiempo antes de nacer Alma, gracias a una amiga que había tenido una gran experiencia con ella.

Explicando la situación tan difícil y especial en la que venía y en la que estábamos: de nalgas, con deseo de tener un parto respetado, natural, con intimidad, en un lugar adecuado -sin ruidos, sin intromisiones y cerca de la naturaleza- sin apenas recursos y con ganas de hacer algo extraordinario con nuestras vidas.

“El concepto del continuum”, conectar con nuestra más primera esencia, nacer en casa, escuchar y ser conscientes de nuestro movimiento, de nuestro cuerpo, de nuestro ser más auténtico, explorar y reconocer nuestra sabiduría natural es lo que necesitábamos.

Laura entendió nuestras necesidades e hizo caso al instinto de ayudarnos en éste proceso de evolución para nuestra especie y civilización, la búsqueda de lo esencial y benévolo de nuestro origen primario.

El parto:

A la madrugada, rompí aguas, estaba tranquila, feliz, sabía que venía.

Avisé a mi pareja, llamé a Laura, todo iba en su curso, le dimos tiempo…

 A la hora estábamos preparando la bañera y subiendo ollas de agua caliente. Comencé a sentir que se movía, Laura me avisó de que empezaba a salir. Empezaron las contracciones más seguidas, el dolor se acusaba. Llegó Laura con aceite de ylang-ylang, la esencia y el masaje me conectaron con la nativa que llevo dentro. Cada vez se aceleraban mas los tiempos, las corrientes de flujo para salir se multiplicaron, los niños alrededor viviendo una experiencia animal, reconociendo nuestro ser salvaje. Empecé a gritar y sacar a Alma, pujando, sólo quería escucharnos a mí y mi pequeña que venía, necesitaba estar con ella sin interrupciones, tod@s estaban pendientes, acompañada pero sin invasión, es como quería que llegase Alma.

Necesitaba aire, tras un río que dejábamos tras nosotras estaba mi comadrona en mutis, siguiendo en silencio junto con mi pareja y el pequeño, ayudándome a no desfallecer.

 Reconectando con mi esencia de mujer, con el principio de la vida, con mi niña, con nuestro trabajo de parto, salen sus piernas, una tras otra… me cuestan los últimos pujos, el cuerpecito; extasiada y agotada, necesito ayuda, casi no me queda fuerza, queda la cabecita y Laura me recuerda lo poderosa que soy… empujo con todas mis fuerzas, Alma salió lánguida, es mi niña que está fuera, «no la cojas aún» escucho de Laura… va a comprobar sus constantes.. ¡Está bien, sólo ha sido un viaje duro..!

Ya está aquí mi niña, la toco, la miro, la adoro, la tomo y le doy lo que más quiere… ¡su mamá!

Alma viene una mañana temprana de primavera con los cerezos en flor. Lo decidió un día cuando todavía el verano no había llamado con sus primeros rayos, con deseo de mirar la vida de otra forma y con un halo de luz espontáneo quisimos que nos acompañara…

Las mañanas se convirtieron en el destello de nuestra esperanza que me enseña día a día la alegría de vivir.

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