Así fueron viniendo conmigo distintas personas que se quedaron un tiempo y me aportaron distintos aprendizajes. Y de pronto, en un parto de finales de 2016, apareció una doula que había contratado la mamá.
Yo no la conocía y me extrañó acudir a la visita domiciliaria prenatal con alguien que no había visto antes.
Ella era Ariana y aunque el comienzo fue un tanto extraño, decidimos conocernos previamente y cuando estuvimos acompañando juntas aquel parto, sucedió la magia.
No fue un parto fácil y aquello nos ayudó mucho a conocernos y descubrir que hacíamos muy buen equipo en momentos de dificultad.
Nos dimos cuenta que un parto es una fiesta en la que se puede bailar, cantar, pintar, reír y disfrutar, mientras los bebés nacen tranquilamente en el hogar de sus madres.
Ese fue el comienzo de nuestra historia, porque hasta casi un año después, no volvimos a trabajar juntas.
Fue entonces cuando decidimos que queríamos hacer equipo, juntas somos más fuertes, mejores profesionales y mejores personas.
Desde entonces hemos vivido mucho mucho y decidimos darle una estructura a nuestra manera de trabajar, así que fundamos una cooperativa sanitaria hace unos años llamada ASAMA (acompañamiento sanitario de la maternidad).