El parto, SIEMPRE SERÁ NUESTRO

Es la segunda vez que acompañamos un parto de L, un embarazo, una maternidad y una crianza. Siempre es un lujo, es de esas mujeres que saben muy bien lo que implica tener derechos, luchar por ellos y asumir responsabilidades.

Este último parto, llega justo después de la detención en Oviedo, de una mujer que se negó a una inducción, cuya justificación era pasarse de la semana 42. Siempre pienso que la vida no es casual, que en realidad está todo medido y ajustado matemáticamente para que confluya en coincidencias, causalidades y casualidades que parecen darse con varita mágica.

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Cómo financiarse un parto en casa

Este es uno de esos temas que preocupan a muchas familias que se plantean un parto domiciliario. No voy a entrar en si es un servicio caro o barato, porque muchas de las cosas que hacemos (como estar máximo 5 semanas de guardia), no se pueden cobrar (ya que la cifra entonces, sería estratosférica). Así que ésta vez me voy a centrar en cómo conseguir ese dinero que nos va a llevar a la experiencia que queremos en nuestro hogar.

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Más íntimo que hacer el amor

Recuerdo pocas cosas de mi parto, ya que antes nunca había estado tan conectada con mi cuerpo y tan desconectada con mi entorno. Recuerdo como me abrazaba con mi pareja, como si fuera mi ancla, recuerdo la presencia y el apoyo de mi matrona y mi doula, como me aliviaban y me animaban con sus palabras y masajes, recuerdo el miedo, recuerdo el dolor…

Recuerdo estar desnuda, más abierta y expuesta que nunca, toda mi privacidad se fue hacía ya varias contracciones y mi pudor bajaba según aumentaba el dolor. 

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Las mujeres podemos parir

Yo parí a mi primera hija en un hospital público, hace cinco años. Concienciadísima de que quería un parto sin intervención, con mi plan de parto super preparado y yo sintiéndome fuerte y capaz. Llegué con 6 de dilatación, y me lo acabaron haciendo todo. Todo el protocolo hospitalario, entero: rotura de bolsa, maniobras raras para girarla dentro de mí, episiotomía, Kristeller, comentarios horribles durante el parto… Y aunque al principio pensé que había tenido un buen parto (aquí está mi bebé maravillosa), con el tiempo fui sintiendo que no había sido así. Que me habían hecho cosas que yo no había elegido, que no había querido. Que me habían metido miedo con las palabras mágicas: sufrimiento fetal. Me lo habían quitado. Mi momento y el de mi pequeña.

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Venid a verme parir

Nos llamáis locas e inconscientes por no querer que los griten. Por temer que nos rajéis. Por tener miedo a que os volváis a saltar las recomendaciones médicas de atención a parto. Por conocer las implicaciones de maniobras, medicación, posiciones. Por confiar en nuestros cuerpos, en nuestrxs hijxs. Por rechazar la instrumentalización en una proceso básico y natural. ¿Os imagináis estar en el wc, rodeados de gente, tumbados boca arriba, con alguien metiéndote el dedo por el ano cada vez que considere? Fácil no sería.
Mi cuerpo sabe parir. Mi hija sabía nacer.

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Por qué elegí un parto en casa. Elena

Quería un parto respetado, fisiológico y en el que me sintiera dueña de mi cuerpo y pudiera tomar mis propias decisiones. No quería epidural, no quería goteros, no quería estar inmóvil “atada” a una camilla de hospital.
Pensaba que me tocaría pelear en el hospital, que mi chico no llegaría a paritorio y que no era un ambiente muy propicio para él teniendo una discapacidad y alergia al látex. Pero era lo que había, lo normal, el hospital donde dan a luz la mayoría de las mujeres de Zaragoza (y del que yo había oído unas cuantas historias de parto espeluznantes).

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